15/4/10


vía El Fotográfico de Rafael García el 14/04/10

El otro día leí en El País la noticia de que Milán acoge una exposición con fotos que Stanley Kubrick hizo al principio de su carrera, cuando sólo era un joven reportero. El título del artículo no podía ser más significativo: ‘Fotogramas congelados de Kubrick’. Según explica el comisario de la exposición, Rainer Crone, la grandeza de estas viejas imágenes tiene que ver con el hecho de que cuentan historias, como películas condensadas en un único instante.
El mítico momento decisivo, vamos. A partir de aquí es lógico deducir que entre el cine y la fotografía hay un parentesco basado en la naturaleza narrativa de los dos lenguajes. Pero… ¿hasta qué punto es así? ¿Qué papel juega la anécdota en una buena fotografía?
Pintada. Una de las fotografías de Stanley Kubrick que podrán verse en Milán.
Pintada. Una de las fotografías de Stanley Kubrick que podrán verse en la exposición que se le dedica en Milán.
El asunto me recuerda a la archiconocida historia de la imagen que Pedro Almodóvar usó para escribir Los abrazos rotos. Según cuenta la leyenda, el director (fotógrafo aficionado) sacó una foto a una playa de Lanzarote y, cuando la reveló, descubrió a una pareja. Un detalle insignificante, apenas perceptible. Pero suficiente para convertir una típica fotografía de paisaje en una foto “con historia”. Éste fue el arranque del guión de Los abrazos rotos, y yo no puedo dejar de pensar que se repite el mismo esquema que en la evolución de Kubrick: primero la foto y luego la película, como si el cine viniese a completar las limitaciones de la fotografía. Como si el salto de la reflex a la cámara de cine fuese absolutamente lógico, una evolución natural.

La foto que inspiró a Pedro Almodóvar para Los abrazos rotos.
Otro ejemplo: Anton Corbijn. El fotógrafo holandés que inmortalizó a U2 delante del Joshua Tree ha construido una sólida carrera como retratista de músicos y personajes carismáticos. Nada más lejos de un fotógrafo de historias. De hecho, cuando Corbijn ha dirigido videoclips siempre ha buscado planteamientos fuertemente estáticos, alejados del modelo narrativo. Pero, sin embargo, terminó dando el salto al largometraje para filmar la historia de Ian Curtis, el cantante de los tremendos Joy Division, en Control. ¿Un motivo más para tomar a la fotografía como hermano menor del cine?

Una de las fotografías más conocidas de Anton Corbijn.
Una de las fotografías más conocidas de Anton Corbijn.
El debate se vuelve todavía más jugoso si analizamos otra posibilidad: el parentesco entre fotografía y pintura. Por ser ambas imágenes estáticas, es fácil pensar que una foto está más cerca de un cuadro que de una peli. Precisamente la semana que viene se clausura una exposición en Torrent, Valencia, que propone una reflexión en este sentido. Se titula De Pictura y pretende romper una lanza a favor de la estética pictorialista con obras de Pierre Gonnord o Erwin Olaf.
Una de las fotos de Erwin Olaf.
La cena en Emaúsu (2008), una de las fotos de Erwin Olaf.
El objetivo del comisario Javier Ferrer es sustituir el énfasis narrativo por un mayor hincapié en la búsqueda de la belleza. Pero el esquema que aplica Erwin Olaf para algunos de sus pastiches pictóricos es absolutamente narrativo, como una película. He seleccionado su copia de la Cena de Emaús, un cuadro original de Caravaggio, aunque no sé si está en Torrent. La foto forma parte de un proyecto reciente desarrollado en la Laboral de Gijón. Ironías de la vida, acabo de leer que Erwin Olaf está preparando su primer largometraje.
¿Entonces es inevitable considerar a la fotografía como una versión más rudimentaria del cine? O mejor: ¿es imprescindible que una buena foto cuente una historia? Los casos que yo he seleccionado inducen a pensar que sí, pero mi opinión personal es que no. Aunque soy cinéfilo compulsivo pienso que hay que separar churras de merinas. Creo en una fotografía más consagrada al silencio y a la reflexión que al ruido y la expectación. Pero esa es sólo mi forma de pensar, y cada uno tiene la suya. A partir de aquí, los que tenéis que opinar sois vosotros.


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