Es un craso error semiológico confundir los ejes "historia/narración" con "quietud/movimiento" o con "extensión/contenidos" son sitemas epistemológicos —o más correctamente gnoseológicos— diferentes.
Una narración es independiente del formato, medio/soporte o incluso de las dimensiones tiempo/espaciales en el que se desarrolle. Puedo contar un cuento con un lápiz, cámara de foto/cine, o con mi propia vida —estrategia que usamos la mayoría de las personas— incluso, y lo puedo contar sobre un papel, una película, sobre soporte digital, una tablilla de barro o mi salivosa lengua.
Como escribía Borges "...una novela no es un cuento estirado" u otra idea más común y equivocada es la de relacionar la modernidad del discurso con la tecnología que se utilice para materializarlo. Puedo contar las cosas más vacuas y desfasadas —generación de imágenes cloacales— con el ordenador más rápido y moderno o descubrir innovadoras ideas con un simple lápiz de carbón.
Aconsejo la lectura del libro "Efecto real. Debates posmodernos sobre fotografía", de Jorge Ribalta y editado por la editorial Gustavo Gili.
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